Mis personajes favoritos (Nº 116).
Siendo una criuca, Clara Luz tuvo de maestra en la escuela de su pueblo, Puertas de Vidiago, a doña Inés Sainz Villa, natural de Pendueles, que era una maravilla como persona y como profesora. Escuchando las lecciones que daba Inés Sainz en clase, empapándose del magisterio ejemplar que trazaba aquella mujer sobre el encerado, a Clara Luz se le afirmó una vocación en el alma. Cuando hizo la Primera Comunión, al terminar la ceremonia, el sacerdote le preguntó que qué quería ser de mayor, y aquella niña de siete años, de ojos serenos y muy atentos al mundo y a la vida, no dudó en soltar la respuesta: “Yo, maestra”.
Era hija única, la bendición de sus padres, Ángel Martín Posada, de Puertas, dedicado a la construcción y a la agricultura, y María Luz Esnal Gutiérrez, de Infiesto.
Tras hacer el bachillerato en el Instituto de Llanes estudiaría la carrera de Magisterio en Oviedo. Su primer destino fue la escuela de Llanes; luego Vilde, en Ribadedeva (cuatro años); San Roque del Acebal (once años); y, finalmente, Llanes de nuevo (donde estuvo veinte años en el Colegio Peña Tú, tres de ellos como directora). Se jubiló en 1999, tras una trayectoria inmaculada de 36 años dedicada a la enseñanza.
Se la quiere mucho (no es para menos), y ya se le ha tributado algún homenaje. En 2012, la asociación “El Perru de San Roque” le hizo uno muy emotivo, con toda la gente de San Roque del Acebal presente en el acto.
Clara Luz se casó en 1962 con Ignacio Junco Señas, de San Roque, al que había conocido en la fiesta de la Sacramental de La Borbolla. Ese día, precisamente, era la primera vez que ambos visitaban la guapa localidad del Valle Oscuru. Ignacio fue administrativo de la empresa “Entre Canales” y luego puso una droguería frente al parque de Posada Herrera. De esta buena pareja nacieron María del Mar, que vive en Gijón y tiene dos hijas, y Clara Luz, que falleció cuando contaba apenas tres años de edad.
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