lunes, 8 de septiembre de 2014

JOSÉ SÁNCHEZ INCLÁN (PEPÍN EL DE LA GLORIA)


Mis personajes favoritos XLIV.

Llanes ya no es lo mismu sin el bar La Gloria, en la calle de la Estación. Cerráu desde el veranu de 2010, aquel históricu bar mancaba. Acogía las mejores tertulias y a los paisanos más célebres del Conceju, y además tenía una cocina casera de primera, con Pepín cubriendo muchu terrenu (la barra y el comedor pa él sólu) y con su esposa, Isabel Álvarez (natural del Cantinu), en la cocina sin dar abastu.
En esi universu de planta de calle, cogidu en traspasu en 1953 por sus padres, Ángel y Margarita, Pepín presumía modestamente de su Boquerizu natal (Ribadedeva), daba lecciones de bolos (de Bolu Palma, por supuestu) y recitaba de memoria poemas de Gabriel y Galán con sabor a campu y a labranza.
Había en el bar un ambiente de paz y de sosiegu, que sólu s' embarullaba un pocu al llegar el tren de Santander, o el de Oviedo (cuando la gente viajaba tovía en tren y se relacionaba más entre sí), sobre todo los días de mercáu. Cualquier cafre que aterrizara por allí mochando y cagándose en todo, quedaba al momentu sosegáu como una malva.
Pepín, que disfruta por fin, de una merecidísima jubilación juntu a su Isabel del alma, estuvo al pie del cañón 57 años. "Cientu catorce, en realidá", diz él, porque convien tener en cuenta que jizo siempre jornadas dobles.

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