Mis personajes favoritos (Nº 320).
Anhelamos el pasado de Llanes, que tantos reflejos de gloria ofrece en todos los ámbitos, incluido el musical. La música fue aquí especialmente rica en sucesos y vivencias colectivas, en compositores brillantes, en grupos e intérpretes que supieron dejar huella. Figuran con letras de oro Félix Segura Ricci, fundador de la Banda Municipal de Música a mediados del siglo XIX, Estanislao Verguilla y el violinista ciego Juan de Andrín, y también los nombres de conjuntos inolvidables, como los Panchines (que adoptaría luego el nombre “Mar Azul”), “René y los Vulkas”, “Los Dados” y “Los Siemens”, así como la amable omnipresencia de las emisoras de radio de Santander, con la voz de Federico Llata Carrera (1935-2018) y su histórico programa de dedicatorias “Caravana de la alegría” inundándolo todo. Los años 60 no pudieron ser mejores. A lo largo de la década se extendería la impronta yeyé en fecunda coexistencia con Cosmín, Jordán y los demás componentes de los Panchines.
Con dieciocho años, Pedro Díaz Argüelles (Llanes, 1944) fundó el cuarteto “Japemara”, una de las primeras formaciones de música melódica que daba Llanes, siguiendo la estela de Los Brincos, Los Sírex, Los Bravos y otros grupos de moda entonces a escala nacional. El grupo adoptaba una denominación en la que se recogían las iniciales de los nombres de sus componentes: Javier Cue (que tocaba el bajo), Pedro (batería y percusión), Miguel Ángel Fernández Tarno (guitarra de punteo) y Ramón Noriega, Peroles (guitarra rítmica). Participaban en las veladas de los bandos en el Cinemar y eran contratados desde muchos sitios. Una de sus actuaciones más memorables tuvo lugar en las Marismas, en una verbena de las fiestas de la Virgen de Guía, sobre un escenario instalado en las inmediaciones del Matadero Municipal, que compartieron con la impresionante Orquesta Cubanacán de Torrelavega.
Pedro era hijo único. Sus padres, Wenceslao Díaz Cardín (Wences) y Ramona Argüelles Llaca, los dos de Lledías, vivían en la calle Nueva. Wences, que era sobrino de Cesáreo Cardín (colaborador del Conde de la Vega del Sella en excavaciones de yacimientos paleolíticos), trabajó en FEVE y fue portero de noche del Hotel Montemar.
De crío, Pedro Díaz Argüelles asistió a la escuela de las Mantilla, y después fue alumno del Colegio de la Divina Pastora y de La Arquera. Preparó oposiciones a FEVE y las sacó, muy joven, con el número 3. Se convirtió en factor de la estación de Llanes, pero lo dejó al poco tiempo. Quería aventurarse en otros campos, y le surgió la oportunidad de abrir mercados a Chupa Chups y crear equipos de vendedores de la popular marca de Piloña por muchos sitios: Oviedo, Santander, Provincias Vascongadas y norte de Palencia. Tenía buenas dotes de vendedor y de organizador.
Después empezó a trabajar en la potente industria automovilística FASA, con sede en Valladolid, y al cabo de unos años, se estableció en Vigo, donde sería gerente de concesionarios de Alfa Romeo, Hyundai y Subaru.
Falleció el 7 de septiembre de 2023, víspera de la fiesta de la Guía, una fecha esencial en el paisaje de su alma llanisca, y sus restos reposan en el cementerio de Posada. Deja muchos amigos, hermanados con su llanisquismo, su alegría y su visión de la vida. Estaba casado con Aurora Artero Ruiz, su inseparable compañera hasta el final, y tenía tres hijos, Carmen, Cristina y José Ignacio Díaz Huertes, fruto de un anterior matrimonio.
Pedro Díaz Argüelles, a la batería, con los "Japemara", Ramón Noriega, Javier Cue y Miguel Ángel Fernández Tarno detrás de él, de izquierda a derecha.
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