Mis personajes favoritos (Nº 322).
Presta hablar con José Antonio Zapatero Amieva, aunque él sea hombre de pocas palabras (los que hablan son, mayormente, sus ojos). Lleva ya un tiempo en la Residencia Faustino Sobrino y nos solemos saludar en el porche, intercambiando frases tópicas y típicas de cortesía. Hoy, sin embargo, hemos charlado un poco más que otros días, mientras nos daba el sol en la cara. Estuvimos hablando (“verbeando”) xíriga. Nos entendimos en xíriga. La xíriga hizo posible un palique más prolongado entre los dos.
Hijo de José Antonio Zapatero Concha y de María Amieva Alonso, Zapatero es de Caldueño, y de allí eran también sus padres.
De su progenitor aprendió a defenderse en la vida desde bien crío. Al igual que él, labró la tierra, tuvo cabras y ovejas y trabajó alguna temporada en la tejera.
Hoy, como por casualidad, hablamos los dos algo en xíriga, y yo creo que la gozó. Sus ojos cobraron más brillo, y sus labios mucha más elocuencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario