viernes, 7 de mayo de 2021

MANUEL OBESO FERNÁNDEZ, DE COLOMBRES

Mis personajes favoritos (Nº 292).

Me ha alegrado reencontrarme con Santos Manuel Obeso Fernández después de muchos años. Está en la Residencia Faustino Sobrino desde hace unos pocos meses.
Su esposa, ya fallecida, fue Ana Mari Ruiz Lorido, de la familia de "los Jabariegos" de Colombres.
Se le ve en paz consigo mismo y con el mundo. Siempre ha sido comunicativo, pero de palabras justas y precisas. La mirada, como es lógico, ahora se le suele ir sin querer al otro lado de la verja, a la gente que va y viene por la calle. Pasea por el jardín tranquilamente, y cualquiera que le vea deduciría en seguida que este hombre fue jardinero en su vida activa. Salta a la vista por el modo y el detenimiento con los que contempla las flores, la hierba, los tallos y las ramas. Se le nota cómodo entre toda esta ordenada vida vegetal, aunque a veces le cueste no saltarse la cinta de seguridad.
Nos hemos puesto a charlar, mano a mano, y es testigo de nuestra conversación mi hermano, Juan Pedro, que iba ya camino de su habitación, pero que se detiene de pronto y vuelve la cabeza. Sin duda, le llama la atención enterarse de que Manuel y yo tenemos vivencias en común.
Hablamos del Archivo de Indianos de Colombres, donde él y su hijo Daniel trabajaron muchos años (Manuel se ocupaba del jardín de Villa Guadalupe, pero también hacía allí otras labores); hablamos de Santiago González Romero, su admirado director; hablamos de la valiosa colaboración que prestó el Archivo a la Casa de Cultura de Llanes en los buenos años, que dio lugar a exposiciones tan importantes como “Llanes, una mirada a la mar”, en el verano de 1995; y hablamos, sobre todo, de don Rafael Luis Fernández Álvarez, de quien Manuel y yo fuimos muy amigos. Rafael Fernández fue un protagonista del siglo XX: primer presidente de la autonomía asturiana, senador (el más votado en toda la historia de nuestra región) y máximo responsable del Consejo de Comunidades Asturianas, del que dependía el Archivo de Indianos.
Después, nos despedimos hasta mañana y Manuel Obeso se queda paseando y pensando en sus cosas. Una silueta amable y entrañable, entre árboles y plantas.

No hay comentarios: