Pepín, al que llamaban “Trabuco” (un sobrenombre que parece como de guerrillero irreductible contra la tiranía napoleónica) fue ganadero toda su vida, y buen conocedor del territorio. Sirvió de guía muchas veces a veraneantes urbanitas deseosos de conocer sendas costeras y de montaña del paraíso llanisco.
Tranquilo y observador. Uno le recuerda al pescante de una charré, manejando con oficio y flema británica el carruaje de caballos que se había sido utilizado en los años 60 para transportar a elegantes damas y madrinas de toreros en las fiestas taurinas que se celebraban en el foso de Arestín, con los legendarios Manolete y Pepete como primeros espadas. Pepín la había heredado de su tío paterno Pancho, “el Estanqueru”, que fue muchos años alcalde de Cue y promotor de importantísimas obras, como la traída de agua (lo que había movido a Pancho a viajar a México para solicitar y conseguir ayuda económica de entusiastas emigrantes coritos establecidos allí).
Pepín González González, fallecido el 12 de mayo de 2021 a los 75 años, es una figura irremplazable. Tuvimos el honor de compartir con él muchas de las sabrosas tertulias dominicales que había en Cue antes de comer, en el bar de Cañero y en La Espuela, tomando un blanco de solera junto a Pepito (José Valle Montaña, Falo "el Reverendo" (Rafael Noriega Noceda) y Manolín Arenas Cuadriello, compañeros suyos hasta el final, y en derredor del magisterio siempre alegre y ocurrente de Cholo (Francisco Gutiérrez Vallejo), Chuli Misioner, José Manuel Rugarcía, Víctor Galán, Cosmín Menéndez y otros muchos a los que ya no tenemos entre nosotros.
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