viernes, 30 de abril de 2021

LA PERRA DANA, PASO A PASO, HASTA EL FINAL


Mis personajes favoritos Nº 291.

A Dana, que es una dama centenaria y venerable, la vemos todos los días en el Paseo de San Pedro. Es una paseante habitual. Nos saludamos al cruzarnos, sin demasiado palique tía Juana. Camina muy despacio, manejando sus articulaciones a duras penas, pero mirando la vida siempre de frente. Va detrás de Isidro, siguiendo su estela lentamente, pasín a pasín, desde la Punta del Guruñu hasta La Talá, entre la mar y la Sierra de Cuera. Isidro, con su cayado de buen pastor, se adapta a su ritmo y la espera, pendiente siempre de ella.
Ambas figuras se funden en la cotidianidad. Son parte de la buena gente que puebla el mundo. Les gusta la paz. Saben saborear las bondades del paisaje y del paisanaje. Y cuando llega el momento de que Isidro se detenga a charlar con los contertulios de cada día (Paco Merino Quiroga, Quique Cantero, Félix el peluquero y Mario, el de Celorio, entre otros), entonces Dana se acuesta sobre la hierba, a un metro o dos de distancia, y participa de los diálogos desde el silencio, dejando brillar discretamente sobre el fondo verde una mirada sabia, tranquila y comprensiva de la senectud y del tránsito de la vida, mientras una suave brisa lo envuelve todo.
Me dice Isidro Bermejo Martínez, guardia civil jubilado, que a Dana la encontraron, como quien dice, en la calle. Isidro es natural de Camarzana de Tera (Zamora) y está casado con María del Valle Santoveña Poza, nacida en Rumoroso (Polanco, Cantabria), pero con profundas raíces llaniscas. El padre de María era de Vibaño, y la madre, de Saldaña (Palencia).
Treinta años lleva ya en Llanes Isidro, y más de la mitad de ese tiempo dedicado a la Benemérita le acompaña en su caminar Dana, la perrina mestiza, de ojos inteligentes, bondadosos y rodeados de canas, que tiene ya dieciséis añinos. Los dos van cumpliendo abriles juntos y saben de sobra que las prisas son malas.

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