La bandurria y la guitarra eléctrica de punteo de Miguel Ángel Fernández Tarno (Llanes, 1943) vibraron en la mejor época de los grupos musicales llaniscos, en la segunda mitad del siglo XX. Tendría unos diecisiete años cuando él y su amigo José Ramón Vallina (el maestro Vallina, un músico fuera de serie, que dominaba varios instrumentos) vieron nacer una rondalla en el bar de María Chin Chín. Entre porrones de vino y quesos de Peñamellera, cantaban y tocaban la guitarra varios jóvenes, mayores que ellos, como José Luis Pastor, José Antonio Sáez Sotres y José Borbón. Era el clima propicio para que saliera adelante una estudiantina. Y salió.
Él y Vallina se integraron plenamente en ella. Miguel Ángel tocaba la bandurria y el laúd, y, cuando se deshizo la rondalla, se enroló en un proyecto con aires de pop: el del grupo “Japemara”, formado por Javier Cue (Ja), bajo; Pedro Díaz Argüelles (Pe), batería; Miguel Ángel (Ma), guitarra de punteo; y Ramón Noriega, “Peroles” (Ra), guitarra rítmica.
Cuatro grupos dedicados a la música de moda entonces fueron surgiendo en la villa: “Los Vulka”, “Los Dados”, los “Siemens” y ellos. Los “Japemara” ensayaban en el Hotel México, regentado por la familia de Peroles, y actuaban por todo el concejo. Una vez fueron contratados en Ribadesella, y en otra ocasión tocaron en Colunga como teloneros de “Los Juniors”, que capitaneaba Niti Colsa. “La Bamba” era una de las piezas que más interpretaban.
Hijo único de Miguel Ángel Fernández Alea, de Llanes, y de Olvido Tarno Corrales, de Villanueva de Pría, Miguel Ángel nació en Las Barqueras. Su madre trabajaba de empleada de hogar en casa del médico Gabriel Sotres. Su padre, al que llamaban “Mecu” (sobrenombre que le pusieron de crío, cuando jugaba a las canicas y decía “se me cute”) fue peluquero. Trabajó en dos peluquerías: en la del peluquero y fotógrafo Francisco Rozas, frente de la Plaza (donde hoy está el comercio de Paco Rozas), y en la que tenía Pedro Conde en la misma calle, al lado de la confitería Bengoa. Los domingos iba en tren a cortar el pelo por los pueblos, y en el vagón viajaba siempre alguna pescadera, a vender pescado en sitios alejados de la villa.
Mecu y Olvido llevaron a su hijo a estudiar en el colegio de la Divina Pastora, de las monjas; después a la escuela particular de Pilar Montalbán, al lado de la capilla de San Roque, y, finalmente, a La Arquera, donde estuvo hasta los diecisiete años.
A los dieciocho, entró a trabajar en el Ayuntamiento, en la Cámara Agraria. El alcalde era Aurelio Morales, padrino suyo. Pasó luego a la Casa Sindical, en la calle Posada Herrera, con Manuel López Montoto y Adolfo García Ardines (Fito), y posteriormente a la Oficina de Empleo, en la planta baja del mismo edificio, donde tuvo como compañero a Ángel Galguera.
En 1976 decidió ponerse por su cuenta. Pidió la excedencia y, en sociedad con Arturo Burgos, abrió una asesoría, la Oficina Técnica Mercantil, en la travesía que va de la calle Nemesio Sobrino al Hotel Montemar. En 1980, ya en solitario, trasladó la empresa a la Calle Mayor.
Casado desde 1974, con la gallega Carmen Varela Rodríguez, tienen un hijo, Miguel Ángel Fernández Varela, actual titular de la Oficina Técnica Mercantil.
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