Mis personajes favoritos (Nº 26).
Estaba yo haciendo un plano, a mi manera, de las casinas del Barriu (el Barrio Bustillo), las que había alrededor del primer cuartel de la Guardia Civil, en los años 40 y 50 del siglo pasado, que era un mundo como sacado de una película de Vittorio de Sica. Me dedicaba a poner sobre el papel los nombres o motes que me iba proporcionando Pelayo en los ratos libres que tenía en su peluquería, construyendo para mí, con su impecable bata blanca puesta, un relato interminable de gentes y costumbres del Llanes que ya no es, que ya no está:
- "Atiende: ahí, en esi lau, vivía la madre de Ligareña; en el otru portal, la Corita; en el otru, la Patiña; en el otru, la Peca. Y por esi lau había también una casina de dos pisos, porque el terrenu bajaba un pocu y permitía una altura más; en el primer pisu vivía la Soberona, y en el otru, la Chavala”, me decía.
El plano ya está terminado gracias a él. Sabía el buen Pelayo lo mucho que representa ese documento para mí, pues está íntimamente ligado al ambiente y a la orografía en los que se movieron los Pérez Bernot (mi familia materna), que desde el último tercio del siglo XIX habitaban en una casina a pocos metros de allí.
Hijo de Martín Batalla Bustillo (Pitito) y de Isabel Rodríguez Pérez (hija, a su vez, de Fina Pérez Villa y sobrina de mi abuelo Pedro Pérez Villa, "Pedro el Sordu"), Pelayo Batalla Rodríguez (1934-2020), al igual que todos los buenos peluqueros, era una magnífica fuente de información. Tenía memoria y paciencia. Y lo sabía todo sobre el Barriu.
Tenía siete hermanos: Santiago, Isabel, Samuel, Hilario, Adela, Pilar y Manuel. Tres de ellos ya habían fallecido: Santiago, que trabajaba en el obrador de la confitería “Abelardo”, Hilario y Manolo, el pequeño, que murió bien joven y al que los llaniscos recordamos con cariño. A Pilar, una de sus tres hermanas, ya la sacamos aquí como PERSONAJE FAVORITO Nº 139.
Pelayo había empezado el oficio en 1948 con Cagigas, en la peluquería que éste tenía en la calle Pidal, junto al bar La Puerta del Sol. Cuando la peluquería se traspasó en 1951 a Constante Abello fue cuando empezó Pelayo a cotizar en la Seguridad Social. Con Constante trabajó once años, y en 1963 decidió emigrar a Holanda un poco a la aventura. Estuvo allí 3 años y medio.
A Pelayo, infatigable en todos los trabajos que desempeñó en su existencia, le recordamos viéndole recoger ocle en otoño e invierno, entre los años 1967 y 1998. Siempre metido en el agua con el tridente y el carro, o poniendo las algas a secar por la zona del Tendederu y de Puertu Chicu, en una tarea que hacía compatible con el oficio de peluquero.
Su esposa era María del Rosario García Álvarez (Cuca, una mujer tan buena, tan valiente y tan luchadora como él), fallecida ya hace unos años. Con ella compartió el honesto trayecto de una vida plena. El matrimonio tuvo siete hijos: Ana Isabel, Ángel (MI PERSONAJE FAVORITO Nº 121), María del Rosario, José Manuel, Pedro, Blanca (MI PERSONAJE FAVORITO Nº 28) y Javier.
Cuando regresó de los Países Bajos, cogió en traspaso la barbería que desde 1928 regentaba en la calle Mayor un peluquero llamado Vicente, de Comillas, cuya esposa se llamaba Verena. Enfrente estaban “El Carmen” y “La Pilarica”, la tienda de comestibles de mi madre.
Ahí estuvo Pelayo, tan perenne, hasta el final. Como si el tiempo no fuera con él. Falleció el 11 de octubre de 2020, a los 86 años.
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