Mis personajes favoritos (Nº 281).
En Sevilla, Julio trabajaba en el bar “El Balconcillo”, en la calle García de Vinuesa, al lado de la Maestranza, y algunos domingos le regalaban entradas para ir a los toros. Esas tardes, terminaba la faena a toda mecha para poder estar a las cinco en el tendido; vio torear a Domingo Ortega, a Cagancho y a Marcial Lalanda; apenas matado el último morlaco, era él el primer cristiano que salía de la plaza; llegaba al bar, se ponía de nuevo la chaquetilla de camarero y al momento, en cuanto terminaba la corrida, se desparramaba ante él un aluvión de sombreros cordobeses y farias humeantes.
(…) Estalla la Guerra Civil y mil kilómetros se interponen, de pronto, entre él y su joven esposa. Tendrá que pasar toda la contienda en Sevilla.
Aquel ambiente tenía más peligro que un saco de avispas. Cuando estuvo más cerca de comprobarlo fue aquella vez que entraron en el bar cinco “flechas negras” de Mussolini. Piden unos blancos; Julio sirve los vasos y entra en la cocina a por las tapas correspondientes; uno de los italianos deja entonces sobre la barra un duro de plata, pero Julio no se percata de la jugada. Cuando vuelve, la moneda ha desaparecido y el que la había puesto reclama de malos modos la vuelta; el de Mestas dice que él no ha visto duro alguno; insiste el transalpino, cada vez más acalorado; y Julio repite que cómo va a darle la vuelta si a él nadie le ha pagado. La cosa se pone fea cuando el “flecha negra” desenvaina un machete y avanza hacia el camarero llanisco con intención de clavárselo, como en un mal “spaguetti west” de violencia gratuita. Entonces un cliente sevillano que estaba leyendo el periódico en una de las mesas, se levanta lo más rápidamente que puede y agarra del brazo al italiano: “¡Espere! ¿Qué va a hacer usted? ¡Si ha sido uno de ustedes el que cogió la moneda!”, grita. El militar extranjero vuelve sobre sus pasos y empieza a discutir con sus compañeros. Salen a la calle y a unos metros de distancia del bar el energúmeno asesta con su cuchillo un golpe mortal a uno de ellos, dejándole en el suelo en medio de un charco de sangre. Las palomas revolotean asustadas.
- “Ha visto, Julito. Esa cuchillada por poco se la lleva usted”, comenta el oportuno parroquiano...
En 1939, Julio volvió a Mestas y ya no salió de allí, aunque le costó adaptarse de nuevo al terruño. Había visto mucho mundo y no era raro que echase en falta comodidades como la luz eléctrica o el trajín urbano. (…/…)
Julio Con Cagigal nació en 1904, hijo de Juan Con Ardines y Rita Cagigal Llaca, ambos de Mestas de Ardisana. Fue tejero, emigrante en Cuba, camarero en Sevilla, agricultor y artesano. Casado con María Josefa Concha Cagigal (Mestas de Ardisana, 1911), el matrimonio tuvo tres hijos: Francisco (fallecido en 1975), Aurina y María Josefa. Es la familia del afamado restaurante Casa Xico, de Mestas de Ardisana.
(Extracto de mi artículo “De Mestas a la eternidad”, publicado en EL ORIENTE DE ASTURIAS el 19 de diciembre de 1997).
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