Mis personajes favoritos (Nº 150).
Jugaba, sobre todo, de interior, con mucha clase, y siempre distribuía el juego con criterio, solidariamente. Y elegantemente. Se había formado en el “Arco Iris”, aquel equipo “nodriza” del que salieron, como después de la lluvia, otros buenos jugadores que ilusionaron a la afición, como el guardameta Benjamín Gonzalo Martínez, que en paz descanse. Faustino Rivero Costales, Tinín (Gijón, 1954), nunca se dio importancia, pero es uno de los grandes futbolistas y una de las grandes personas que dio nuestro concejo. Leal, prudente y fiable. Ajeno a la charranería, a la bravuconería y a la mala leche, tan al uso hoy en este Llanes desnortado.
Tinín militó diez temporadas en el Club Deportivo Llanes, cuando se disputaban los partidos en La Encarnación, y también jugó un año en el Praviano. Dejó huella como persona y como deportista. Ya está, con toda justicia, en la historia. En nuestra historia.
De críos, éramos de la pandilla. Participamos en las guerras a morrillazos contra los del Barriu, unos a un lado de la ría, y otros al otro, y jugábamos al balón en el Sablón, cuando María Quiroga Asueta era la autoridad máxima y eficaz del arenal burgués, y en el Sablín, a la sombra de la añorada Compuerta. “Toreábamos” las olas en invierno, contábamos y escuchábamos historias de miedo en la Barra, junto a la caseta de “el Criminal”, y luego, en el Bar Ángel (hoy, Uría) y en el Canene nos dejaban ver la tele, sin que fuera necesario pedir una consumición (veíamos “Embrujada”, “Superagente 86”, “¿Es usted el asesino?” y “Rumbo a lo desconocido”), antes de regresar cada polluelo a su nido, a cenar, a mear y pa la cama.
A Tinín, hijo único de Faustino Rivero Escandón, de Sobrefoz (Ponga), y de Rosa Costales Pérez, de Careñes (Villaviciosa), le trajeron a La Portilla a los pocos meses de nacer. El padre trabajaba en la Diputación, en todo lo que tenía que ver con obras en las carreteras comarcales y regionales.
De La Portilla, la familia pasó luego a vivir en un piso de la calle Manuel Cue (la calle del Llegar), al lado de la Pescadería Hernández.
Tinín estudió en el Colegio de la Divina Pastora, luego en La Arquera, y más tarde en el Instituto, donde le tocó de profesor de Educación Física don Teodoro García Rodríguez, un paisano muy competente, andaluz, apodado “el Godu”, vaya usted a saber por qué, y que era, además, el director del Colegio Menor.
Después de eso, empezó Tínín a ganarse el pan. Primero, trabajó en Correos, de interino, hasta que marchó a la mili, y después, entró en el mundo de las obras, reparaciones y mantenimiento de las carreteras, en tareas similares a las desempeñadas por su padre. Incluso le tocó, durante un breve tiempo, trabajar en el Ayuntamiento llanisco, y tuve la enorme suerte de ser compañero suyo.
Está casado desde 1979 con Lucía Roza Pantiga, de Limanes (Siero), y el matrimonio tiene dos hijos: Pablo y Lucía.
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