Dolores Sánchez Buergo, “La Galana”, poeta y labradora, condujo durante 32 años un tractor “Lander” de 40 cv, con motor “Lombardini”, y a bordu d’ esa máquina encontró no pocas veces la inspiración, evocando la su niñez y la vida d’ antañu en Piñeres. Una vez i-salió esto:
“Para manzanas, Asturias,
España, para mujeres,
y en juventud entusiasta, ¡nadie aventaja a Piñeres!”
España, para mujeres,
y en juventud entusiasta, ¡nadie aventaja a Piñeres!”
Ahora está en la residencia geriátrica de Celorio, onde el pasáu 13 de enero, fiesta de San Antonio, cumplió 83 años. Sigue escribiendo versos. La su mente sigue jaciendo rimas sobre lo que ve y lo que siente.
De cría, en la posguerra, cuando había carencia de tinta y de tantas cosas, ella llenaba la pluma de mexu de vaca, mexu concentráu, pues se dio cuenta de que no se borraba (cuando el mexu manchaba la ropa y las zapatillas, costaba muchu limpiar las manchas). Lo malu era lo mal que olían luego las hojas de papel manuscritas.
La Galana visitó esta misma tarde la exposición “La xíriga y los tejeros” en la Casa Cultura.
De alguna manera, esta mujer trabajadora tá vinculada al mundu de los tejeros. El su güelu maternu, Evaristo Sánchez Alonso (natural de Villanueva de Pría y hermanu de Trinidad Sánchez Alonso, nodriza y ama de llaves de la marquesa de Argüelles) tuvo a finales del siglu XIX una tejera en Ceares, que trabajaba pa la fábrica de loza de Gijón. Había allí lo menos 30 empleaos (algunos muy críos, de 6 años), y pa todos ellos cocinaba la su esposa, Dolores Buergo Corrales.
La Galana tien frescas en la memoria muchas palabras del vocabulariu de la xíriga, como gabrieles (garbanzos), plumosas (gallinas), manineles (dientes), ñurriu (cura) y moratas (pulgas).
Al despedise esta tarde, recitó para todos los presentes, en plena sala de exposiciones, unu de sus últimos poemas, escritu en octubre pasado. Se titula “Llegada de las barcas”, y dice así:
“Es al morir la tarde, en la ribera,
como un rincón de sombras misteriosas, las mujeres esperan.
Escudriñan la mar,
andan buscando ¡las lanchas de la pesca!
Las lanchas que salieron de mañana
al subir la marea.
Unas y otras se miran angustiadas
y con la duda incierta,
si seguirán con vida aquellos hombres
que ellas con ansia esperan.
Una emoción muy fuerte invade al grupo.
que ya angustioso reza:
¡Ay, Virxina de Guía, tráilos vivos!
¡degüélvilos a tierra!
Una llucina vese allá muy lejos,
temblando entre la niebla,
y va llegando una
despaciu a la ribera
y llegan pocu a pocu,
despaciu con la niebla,
después de haber creído tristemente
el no volver a verla.
Hay emoción en todas las miradas,
temblor en las ideas,
¡la Virxen milagrosa nos los trajo!
solamente jue Ella.
Un fervor repentino llena el pueblo
que lloraba la ausencia.
Los mismos pescadores ya lloraban
cuando saltan a tierra.
Un aliento de fe invade al pueblo,
que agradecido reza,
y van muy suavemente
recogiendo la pesca”.
como un rincón de sombras misteriosas, las mujeres esperan.
Escudriñan la mar,
andan buscando ¡las lanchas de la pesca!
Las lanchas que salieron de mañana
al subir la marea.
Unas y otras se miran angustiadas
y con la duda incierta,
si seguirán con vida aquellos hombres
que ellas con ansia esperan.
Una emoción muy fuerte invade al grupo.
que ya angustioso reza:
¡Ay, Virxina de Guía, tráilos vivos!
¡degüélvilos a tierra!
Una llucina vese allá muy lejos,
temblando entre la niebla,
y va llegando una
despaciu a la ribera
y llegan pocu a pocu,
despaciu con la niebla,
después de haber creído tristemente
el no volver a verla.
Hay emoción en todas las miradas,
temblor en las ideas,
¡la Virxen milagrosa nos los trajo!
solamente jue Ella.
Un fervor repentino llena el pueblo
que lloraba la ausencia.
Los mismos pescadores ya lloraban
cuando saltan a tierra.
Un aliento de fe invade al pueblo,
que agradecido reza,
y van muy suavemente
recogiendo la pesca”.
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