Mis personajes favoritos (nº 232).
En la España de hoy, descalzonada, enrabietada, extremadamente estresada, desnortada y desesperanzada, cada vez hay menos hueco para las atmósferas tranquilas que propician hacer las cosas bien, con cariño y sin prisas. Todo es urgente, vulgar y sin corazón. Se lleva la mediocridad y la impericia.
Por eso es imposible no fijarse en personas como Ramón y Mariuca, tan de confianza, tan ajenas a la dramática tendencia dominante. Llaman la atención por esa profesionalidad serena, que tien muchu d' arte, de absoluta fidelidad a la tradición del buen hacer. Lo demuestran en todo lo que se ve y se huele en su carnicería de Comillas, en todos los detalles, incluidu, por supuestu, en el maravillosu Nacimientu que instalan todas las Navidades en su escaparate.
Ramón, nacidu en Lamiña (Ruente, Cantabria) en 1955, no tiene precedentes familiares en el oficiu. Su padre, Ramón Gutiérrez Barreda, era lo que se dice un autónomu mixtu. Tenía ganáu y regentaba un bar. En cuantu a la madre, Delfina Cosío, se dedicaba a sus labores.
Tampocu tien la mujer de Ramón antecedentes nel mundu de la carnicería. Mariuca es de Cabezón de la Sal, onde nació el mismu añu que él. Su padre, Francisco Macho Villar, trabajaba en una ferretería. La madre, Eugenia García Fernández, nacida en Udías, tenía sangre andaluza (la güela materna de Mariuca, Isabel Fernández del Corral, era de Jerez de la Frontera).
El casu es que Ramón y Mariuca llevan en Comillas 38 años de carniceros. La primera carnicería que tuvieron fue dentro de un supermercado; luego la pusieron en el Corro, y hace ya unos diez años que se cambiaron al sitio que ocupan ahora.
Tienen dos jiyos, David e Isabel, con los que forman un equipo perfectu en la carnicería. Son ejemplu de buenos comerciantes, de los que cada vez quedan menos.
David, que está casáu con Cristina González Crespo (y tienen ya una cría, Lucía, d' ocho meses), é corredor de fondu y alguna vez participó en Posada de Llanes en alguna prueba d’ atletismu.
Por eso es imposible no fijarse en personas como Ramón y Mariuca, tan de confianza, tan ajenas a la dramática tendencia dominante. Llaman la atención por esa profesionalidad serena, que tien muchu d' arte, de absoluta fidelidad a la tradición del buen hacer. Lo demuestran en todo lo que se ve y se huele en su carnicería de Comillas, en todos los detalles, incluidu, por supuestu, en el maravillosu Nacimientu que instalan todas las Navidades en su escaparate.
Ramón, nacidu en Lamiña (Ruente, Cantabria) en 1955, no tiene precedentes familiares en el oficiu. Su padre, Ramón Gutiérrez Barreda, era lo que se dice un autónomu mixtu. Tenía ganáu y regentaba un bar. En cuantu a la madre, Delfina Cosío, se dedicaba a sus labores.
Tampocu tien la mujer de Ramón antecedentes nel mundu de la carnicería. Mariuca es de Cabezón de la Sal, onde nació el mismu añu que él. Su padre, Francisco Macho Villar, trabajaba en una ferretería. La madre, Eugenia García Fernández, nacida en Udías, tenía sangre andaluza (la güela materna de Mariuca, Isabel Fernández del Corral, era de Jerez de la Frontera).
El casu es que Ramón y Mariuca llevan en Comillas 38 años de carniceros. La primera carnicería que tuvieron fue dentro de un supermercado; luego la pusieron en el Corro, y hace ya unos diez años que se cambiaron al sitio que ocupan ahora.
Tienen dos jiyos, David e Isabel, con los que forman un equipo perfectu en la carnicería. Son ejemplu de buenos comerciantes, de los que cada vez quedan menos.
David, que está casáu con Cristina González Crespo (y tienen ya una cría, Lucía, d' ocho meses), é corredor de fondu y alguna vez participó en Posada de Llanes en alguna prueba d’ atletismu.
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