Mis personajes favoritos (Nº 161).
Teresa nació en La Borbolla en 1919. Su padre, Vicente Fernández Díaz, que tenía negocios en Méjico y raíces familiares en Tresgrandas y La Borbolla, se había casáu en segundas nupcias (tras enviudar) con Florentina Escandón Riloba, nacida en La Borbolla, pero de familia de Peñamellera. Vicente y Florentina tuvieron cuatro jiyos: Marina, Teresa, José y Eduardo.
En la niñez, Teresa estudió en la Divina Pastora, aquel buen colegiu de monjas que estaba al final de la calle Mayor. La familia vivía entonces en una casa del Barriu, al láu del Palaciu del Coju la Guía, aunque luego se trasladaron a la calle Nueva, hasta que’ l padre jizo una casa en l’ Avenida de la Paz, en 1928. Vicente Fernández Díaz falleció al añu siguiente, y Florentina se las tuvo que arreglar pa salir adelante con los suyos.
Lo pasaron mal sobre todo durante la Guerra Civil, cuando al mayor de los sus jiyos, José, lu llevaban obligáu, juntu a otros vecinos consideraos de derechas, a cavar y abrir zanjas nel aérodromu de Cue. Iban a buscar al diariu al rapaz unos milicianos a bordu d’ una camioneta requisada por el Frente Popular.
Transcurridu todo aquello, los jiyos varones de Florentina emigraron pa Méjico, onde alcanzaron prosperidá. Allí murieron y allí están enterraos.
Hoy, a Teresa, que ya cumplió 97 años, paez que i-suenan a conocidas algunas de las cosas espeluznantes que están pasando en el mundu. Conserva la cabeza en su sitiu, como siempre, y la bondá, y el señoríu, y el sosiegu… Como siempre.
Su vida transcurre paralela a la de sus sobrinos, Ricardo, Vicente y Félix (los dos primeros, mellizos), que nacieron en La Habana, jiyos de su hermana Marina y de Félix Cue, natural de Niembro. El cuñau de Teresa había idu de joven a Cuba pa trabajar en el negociu d’ un tíu paternu; allí supo abrise caminu y prosperar, pero cuando llegó Fidel Castro lo perdieron todo. Mejor dichu: se lo quitaron todo. La casa que tenían en Miramar é hoy la base d’ una unidá militar. Desde Cuba marcharon a vivir a Nueva York, y Ricardo y Vicente se vincularon profesionalmente al mundu del ballet y del espectáculu. Así fue como Teresa tuvo la oportunidá de conocer mundu. Vio en Broadway actuaciones artísticas del máximu nivel, conoció a auténticas celebridades y aprendió a movese en la ciudá de NY en taxi, en metro o andando por la Gran Manzana. Todo gracias al cariñu de los sus sobrinos. Hoy vive entre Oviedo y Madrí, y ellos no dejan d’ estar pendientes d’ ella.
En la niñez, Teresa estudió en la Divina Pastora, aquel buen colegiu de monjas que estaba al final de la calle Mayor. La familia vivía entonces en una casa del Barriu, al láu del Palaciu del Coju la Guía, aunque luego se trasladaron a la calle Nueva, hasta que’ l padre jizo una casa en l’ Avenida de la Paz, en 1928. Vicente Fernández Díaz falleció al añu siguiente, y Florentina se las tuvo que arreglar pa salir adelante con los suyos.
Lo pasaron mal sobre todo durante la Guerra Civil, cuando al mayor de los sus jiyos, José, lu llevaban obligáu, juntu a otros vecinos consideraos de derechas, a cavar y abrir zanjas nel aérodromu de Cue. Iban a buscar al diariu al rapaz unos milicianos a bordu d’ una camioneta requisada por el Frente Popular.
Transcurridu todo aquello, los jiyos varones de Florentina emigraron pa Méjico, onde alcanzaron prosperidá. Allí murieron y allí están enterraos.
Hoy, a Teresa, que ya cumplió 97 años, paez que i-suenan a conocidas algunas de las cosas espeluznantes que están pasando en el mundu. Conserva la cabeza en su sitiu, como siempre, y la bondá, y el señoríu, y el sosiegu… Como siempre.
Su vida transcurre paralela a la de sus sobrinos, Ricardo, Vicente y Félix (los dos primeros, mellizos), que nacieron en La Habana, jiyos de su hermana Marina y de Félix Cue, natural de Niembro. El cuñau de Teresa había idu de joven a Cuba pa trabajar en el negociu d’ un tíu paternu; allí supo abrise caminu y prosperar, pero cuando llegó Fidel Castro lo perdieron todo. Mejor dichu: se lo quitaron todo. La casa que tenían en Miramar é hoy la base d’ una unidá militar. Desde Cuba marcharon a vivir a Nueva York, y Ricardo y Vicente se vincularon profesionalmente al mundu del ballet y del espectáculu. Así fue como Teresa tuvo la oportunidá de conocer mundu. Vio en Broadway actuaciones artísticas del máximu nivel, conoció a auténticas celebridades y aprendió a movese en la ciudá de NY en taxi, en metro o andando por la Gran Manzana. Todo gracias al cariñu de los sus sobrinos. Hoy vive entre Oviedo y Madrí, y ellos no dejan d’ estar pendientes d’ ella.
1 comentario:
Mi padre se apellida Nevado Escandón. Según tengo entendido los abuelos de mi padre tuvieron que volverse de cuba porque les quitaron todo también.
Eran Asturianos-Cubanos .
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