Ramón, que tien ahora 53 años, vien d’ una familia de hosteleros llaniscos muy enraizada. Sus güelos maternos, Ángel y Florentina, abrieron primeruun bar en la esquina formada por las calles Mayor y Manuel Cue (onde estarían luego el Bar Lechuga y el Bar Nalón). Era a finales de los años 20 del siglo XX. Luego, pocu antes de la Guerra Civil, Florentina, qu' era de Purón, tendría la iniciativa de levantar en Manuel Cue (también llamada calle del Llegar) una casa onde puso la Fonda La Covadonga, que llegaría a ser muy nombrada.
A Ramón lu conocemos desde críu, porque era vecinu nuestru de la calle Mayor. Jiyu de Ramón Fernández Cortina (camioneru y taxista) y de Matilde, “la de la Covadonga”. Recordamos muchu a una tía que tenía, hermana de su madre, que se llamaba Ángeles (Tita), que cosía y bordaba y tenía toa la pinta d’ un personaje de cuentu: enanina, jacendosa sin tregua y llena de bondá.
Cuando Ramón era entovía un criucu, en los años 60, sus padres traspasaron La Covadonga a Herminio y Cesárea, los de Toró.
No muchu después d’ aquello empezaría Ramón a ganase el pan con el sudor de su frente. A los 15 años, descargaba pa Fernando Delgado camionaos de ladrillos. Después de la mili, empezaría de camioneru con vehículu propiu. Lleva ya 33 años en la carretera.
Los mismos años, por ciertu, que lleva casáu con Mercedes Acebo Gómez.
E una pareja de las que destacan en Llanes por la sólida estabilidad con la que llevan labrada ya más de media vida en común. Son tal para cual. Discretos. Trabajadores. Respetaos. Sin pelos en la lengua. Nada amigos de jacese notar. (Mi trabaju me costó que aceptaran sacalos aquí entre mis personajes favoritos).
Mercedes nació en Posada, y la trajeron a Llanes cuando tenía 8 años. Aquí tá en la gloria. Jiya del carpinteru Pedro Acebo Pérez, de Lledías, y de la modista Carmen Gómez, de Posada (la güela materna de Mercedes, Alicia, había sidu también una modista importante y muy querida en Posada). Pedro siempre quiso que sus jiyos estudiaran. Era una de sus prioridades. Da-i-os una carrera, solía decir, era la mejor herencia que podía dejar.
Mercedes, que lo que i-tiró siempre fue la profesión d’ enfermera, trabajó temporalmente en la Residencia Faustino Sobrino (unos ocho años, en total, entre pitos y flautas).El matrimoniu tien 3 jiyos: Marta, Cristina y Pablo.
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