Olaya nació en Madrid, en 1989, pero es más porruana que el aguacate del Llacín. Igual que lo es su madre, Luz María Romano Tamés, antigua integrante de aquel glorioso grupo El Pericote de finales de los años 60 (en el que bailó junto al querido e inolvidable Guillermo Sordo, el de Calzados La Sirena, ilustre porruano también), y con el que tuvo ocasión de actuar un par de veces delante del general Francisco Franco en el estadio Santiago Bernabéu, en aquellas demostraciones sindicales que se organizaban cada Primero de Mayo.
Sus abuelos maternos, Gabriel y Mari Luz, se dedicaban a la ganadería, y un tío suyo, Pío Romano, ya fallecido, era paradigma de los buenos camareros llaniscos de antaño, muy apreciado por todo el mundo, que prestó sus servicios en el Bar Venecia y en el restaurante Mirador de Toro.
Olaya se licenció en Periodismo por la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, y se estrenó como periodista en el semanario "El Oriente de Asturias". El primer reportaje que hizo en su vida fue en 2010, sobre una de las seis exposiciones de producción propia que dedicó la Casa Municipal de Cultura de Llanes al reportero gráfico francés Jean-Jacques Lévy. Luego, a las órdenes de Anselmo Carrera de Caso (el gran Chemo, el cabraliego, pionero de la comunicación audiovisual en Llanes), Olaya trabajó varios años en la emisora ANTENA NORTE, que tanto echamos hoy en falta los llaniscos en el insípido presente local. Y más tarde, se incorporaría a la Televisión del Principado de Asturias (TPA), en la que presentó los espacios de información deportiva.
Al margen de su labor profesional, asumió la presidencia de la asociación "Llacín" de Porrúa, uno de los principales motores culturales (si no el principal) con que cuenta el concejo.
Voz y orgullo de Llanes, Olaya tiene unos ojos guapos, grandes y muy abiertos, de esos a los que no se les escapa ni el más mínimo detalle ni una noticia esencial (un amigo mío de Valladolid diría que son ojos como para escoger lentejas), y le gusta ejercer un periodismo humano y cercano, a pie de obra, en el que los verdaderos protagonistas sean las personas corrientes y molientes, y no los politiquinos baratos y efímeros.
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