Mis personajes favoritos (Nº 50).
Manuel Batalla Gómez, a quien todos llamamos Lolito o Lolo, es hijo de Ángel Batalla Bustillo (Chaval) y sobrino, por parte del padre, de Ramón (“Camará”), de Martín (“Pitito”), de Ricardo (“Manzano”, que fue comisario del Ejército de la República en la Guerra Civil), de Nati (“la Raposa”) y de Silvestre Batalla Bustillo, que fue guardameta del Club Deportivo Llanes.
Tiene una hoja de servicios envidiable. Había empezado vendiendo periódicos en la Estación; luego fue confitero con Julio Bengoa (en lo que hoy es la confitería Vega), y después de hacer la mili, sobre 1962, entró a trabajar en el San Ángel, donde estaba de encargado Óscar Muñiz. En ese hotel situado en El Peral, Colombres, Lolito permanecería doce años. No era raro que, de la que llegaba a trabajar, la Guardia Civil le echaba el alto y le pedía que le mostrase el carné. Era por cuestiones de seguridad, porque en el San Ángel solía alojarse mucha “gente gorda”, como decimos en Llanes: ministros del Régimen, como Manuel Fraga Iribarne, Carlos Arias Navarro o Gregorio López Bravo, que llegaban al oriente asturiano a la pesca del salmón.
Lolito está casado con Marisa Uría Pernía, de La Franca, con la que forma un gran equipo profesional, honesto y trabajador, dentro de la hostelería llanisca, junto a sus hijos, Marisa, Susana y Joaquín (Quini), en el acreditado restaurante Uría. Están rodeados de nietos y biznietos y forman una familia muy querida entre nosotros.
El traspaso del bar que regentan frente al Puente de la villa lo habían cogido en 1977. Se trata de un establecimiento que había puesto en marcha, décadas atrás, un importante armador de los años treinta: Ángel Gutiérrez Cibrián, concejal durante un breve tiempo en el Ayuntamiento de la Segunda República. Se llamaba “Casa Ángel”. Después, lo tuvieron Manolo Candiles, Manolo el del Campanu y los hermanos Del Río (con la Nena a la cabeza), sucesivamente, antes de que lo cogieran Lolito y Marisa. El Uría respira barcelonismo y sportinguismo. Allí se reúne, como en un cine-fórum, un grupo de fieles aficionados al fútbol para ver, rumiar y discutir amigablemente los partidos que da la tele, mientras pasan a su lado los camareros llevando a las mesas de los comensales apetitosos platos de paella, rabas, xáragos o chuletones de ternera.
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