domingo, 5 de febrero de 2023

PEPE FERNÁNDEZ SIERRA: MEMORIA DE LA CALLE MAYOR

Mis personajes favoritos (Nº 316).

Entre el cruce de la calle Mercaderes y la plaza de Santa Ana, la Calle Mayor concentraba entonces pequeños comercios con alma, personajes fuera de lo común y más de 700 años de historia: María Pría, la ferretería Delgado, Falo Sobrino, los hermanos Baltasar y María Luisa Cue ( en su tienda Santa Rita), las del Faro, Pepe el de Calzados la Moda, el bar Madrid, Juan Lechuga, Ultramarinos La Pilarica, el Carmen, la carnicería de Arturo y Mari, la sede del Frente de Juventudes, el bazar de Lina, el Bar Nalón, Cosmín, los Meloneros, las Pininas, la pescadería de Josefa y Carrandi, Mino y Beatriz, Vallejo el sastre, Balín el Fontanero, el Bodegón de Colás y Luisa, Socorro Neira, Acción Católica, la carpintería de Aniceto Valderrábano, los de Finisterre (Arturo y Argentina), la callejina de las Brujas…
A todo ese mundo de la segunda mitad del siglo XX pertenecía José Antonio Fernández Sierra (1930-2022), Pepe, que tuvo un establecimiento de paragüería durante sesenta años en la esquina con la calle Posada Herrera, que sube a la iglesia.
Pepe era hijo de Ángela Sierra Suárez y de Avelino Fernández Rodríguez, y tenía dos hermanos: Marcelino, que labró su porvenir en Bilbao, y Avelino, empleado de banca. Los tres eran espigados, igual que su madre, a la que recordamos, enlutada y envuelta en discretos silencios, de cuando residía en la casona de Juan Pariente, en la que había pernoctado dos noches, en septiembre de 1517, el futuro Carlos I de España.
El padre de Pepe era guardia de asalto, y vivían en un segundo piso de la calle Manuel Cue, esquina a la calle Mayor. Debajo, durante la Guerra Civil, había una pensión en el primer piso (donde más tarde viviría la familia de Cosmín, el de Los Panchines), abierta en 1929 por Ángel González Junco, de Parres, y su esposa, Florentina Menéndez Sordo, de Purón, quienes tenían también bar y casa de comidas en la planta baja. Desde su nacimiento y hasta los 16 o 17 años, Pepe y su familia vivirían en aquel céntrico segundo piso, en el pleno núcleo del Llanes medieval y, a la sazón, en el ojo de un imprevisible huracán desatado el 18 de julio de 1936. (En aquel mismo piso habríamos de residir después mis padres, mi hermano y yo, a lo largo de 31 años).
Ángel y Florentina, que era muy buena cocinera, mantuvieron ambos negocios desde 1929 hasta 1943, y luego se trasladaron a otro inmueble en la misma calle Manuel Cue, donde pondrían en marcha la fonda Covadonga.
Pepe, su madre y sus hermanos, por su parte, se mudarían a la casona de Juan Pariente, y él se casó con Mary Bulnes Valle, de Ardisana, y tuvieron una hija, Reyes.
A este hombre de zancada larga y tranquila y embuchado en una impoluta bata gris, siempre le contemplamos de cerca. Formaba parte de nuestra cosmovisión, en un barrio íntimo, castizo y bien avenido. Compartimos su mundo y parte de su época. Cuando ya había cumplido ochenta y tantos años, le veíamos dar paseos de explorador por los contornos de la villa, reandando los vericuetos del siglo XX llanisco y dialogando, mano a mano, con José Fernando Rodríguez Ruiz (Chenín el de la droguería), otro de los excelsos referentes del mejor Llanes (ya perdido, inexorablemente), con el que también ha sido siempre muy fácil empaparse de los valores del llanisquismo.
Pepe falleció en septiembre de 2022, a los noventa y dos años, y se le echa de menos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Pepe Fernández Sierra nació en 1929. Con lo bien peinado que iba siempre, justo habéis puesto la foto en el segundo que estaba mal peinado...