Mis personajes favoritos (Nº 255).
Jiyu de Rosa Puertas de la Vega, natural de Meré, y hermanu d’ Angelina, de Pilar, de Charo y de Loli, Segundo Puertas de la Vega taba casáu con Honorina Peláez, y el matrimoniu tuvo tres jiyos: Javier, Carlos y Mari Pili, que andan por Holanda.
Segundo, que ya murió jaz unos años, fue unu de los llaniscos más simpáticos de la seguna mitad del siglu XX. Había trabajáu en la SADI, la fábrica de quesos y mantecas de Melf Enno Diddens, paradigma de la historia industrial del conceju de Llanes.
Cuando esa prestigiosa fábrica, que tenía su sede en San Antón, fue a pique en los años 60, a Segundo y a otru operariu los mandó Diddens cargar un camión con los recortes y sobrantes de quesu pa llevalo a un fabricante queseru de Melgar de Fernamental (Burgos). Me contaba Segundo, cuando escribí la historia de la SADI, que fue un amargu viaje, con sabor a derrota. Era el epílogu de un drama, y, actu seguidu, Diddens y su familia, arruinaos, jarían las maletas y se marcharían de Llanes para siempre.
Se sucedieron los años de mayor intensidad en el flujo migratoriu a Europa. Aquí no había pitu que tocar, y los españoles, masivamente, marchaban pa Francia, p’ Alemania, pa Suiza y pa los Países Bajos. Segundo y Honorina, con los sus jiyos, s’ establecieron en Holanda.
Volvían a Llanes cada veranu, y siempre, al llegar, una de las primeras visitas que jacía Segundo en la villa era a la tienda de comestibles y ultramarinos La Pilarica de nuestra madre, Pilar Pérez Bernot. Andábamos mi hermanu Juan Pedro y yo por allí, enredando y na más entrar, él siempre decía lo mismu. “¡Buenos días, Pilarina! ¿Cómo estás, mujer? ¿Ya tienes aquí a los críos enderechando los caramelos?” Y mi hermanu y yo, que tendríamos cinco y ocho años, respectivamente, lu mirábamos desde el otru láu del mostrador, sin comprender muy bien el significáu de sus palabras.
Segundo era muchu de la fiesta de la Virgen de Guía, profundamente arraigada en su familia, y dirigió el grupu que bailaba la danza de los arcos, tarea que continuaría su hermana Pilar. Con su testimoniu, dio vida al relatu del Llanes de la posguerra y del Llanes de la emigración y de las sagradas tradiciones locales. Representó una seña d’ identidá esencial en su modestia, en su trabaju y en su simpatía.
Segundo, que ya murió jaz unos años, fue unu de los llaniscos más simpáticos de la seguna mitad del siglu XX. Había trabajáu en la SADI, la fábrica de quesos y mantecas de Melf Enno Diddens, paradigma de la historia industrial del conceju de Llanes.
Cuando esa prestigiosa fábrica, que tenía su sede en San Antón, fue a pique en los años 60, a Segundo y a otru operariu los mandó Diddens cargar un camión con los recortes y sobrantes de quesu pa llevalo a un fabricante queseru de Melgar de Fernamental (Burgos). Me contaba Segundo, cuando escribí la historia de la SADI, que fue un amargu viaje, con sabor a derrota. Era el epílogu de un drama, y, actu seguidu, Diddens y su familia, arruinaos, jarían las maletas y se marcharían de Llanes para siempre.
Se sucedieron los años de mayor intensidad en el flujo migratoriu a Europa. Aquí no había pitu que tocar, y los españoles, masivamente, marchaban pa Francia, p’ Alemania, pa Suiza y pa los Países Bajos. Segundo y Honorina, con los sus jiyos, s’ establecieron en Holanda.
Volvían a Llanes cada veranu, y siempre, al llegar, una de las primeras visitas que jacía Segundo en la villa era a la tienda de comestibles y ultramarinos La Pilarica de nuestra madre, Pilar Pérez Bernot. Andábamos mi hermanu Juan Pedro y yo por allí, enredando y na más entrar, él siempre decía lo mismu. “¡Buenos días, Pilarina! ¿Cómo estás, mujer? ¿Ya tienes aquí a los críos enderechando los caramelos?” Y mi hermanu y yo, que tendríamos cinco y ocho años, respectivamente, lu mirábamos desde el otru láu del mostrador, sin comprender muy bien el significáu de sus palabras.
Segundo era muchu de la fiesta de la Virgen de Guía, profundamente arraigada en su familia, y dirigió el grupu que bailaba la danza de los arcos, tarea que continuaría su hermana Pilar. Con su testimoniu, dio vida al relatu del Llanes de la posguerra y del Llanes de la emigración y de las sagradas tradiciones locales. Representó una seña d’ identidá esencial en su modestia, en su trabaju y en su simpatía.
En esta foto, jecha el 5 de marzo de 1994, durante una gala de tonada organizada por la Casa Cultura de Llanes nel Institutu, lu vemos con las manos en los bolsillos juntu al poderosu cantante de La Borbolla José Manuel Collado. El gaiteru é Ignacio Noriega, de San Roque del Acebal.
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