jueves, 7 de junio de 2018

RAMÓN PELÁEZ FUENTE, EL SASTRE


Mis personajes favoritos (nº 13).
Tien muy grabaos Ramón (1928) los bombardeos de la Legión Cóndor durante la Guerra, cuando tenían que refugiase en cuevas de su Vibaño natal. Se acuerda, sobre todo, d' aquella familia -una madre, dos jiyos y un nietu- que salió antes de tiempu y les cayó encima una bomba, que los mató nel actu a los cuatro.
Jiyu únicu de Ramón Peláez y de María Fuente, que se dedicaban al campu, Ramón iría a estudiar nel seminariu de Valdediós, de 1941 a 1943. Pasaría luego en Vibaño otros dos años, antes de venir pa la villa a trabajar d’ aprendiz en la sastrería de Pedro Quesada, frente a la casa de las Mantilla, en una calle que desemboca en la plaza de Parres Sobrino. Estaban con él varias rapazas, unas d’ aprendices y otras que sabían ya coser. Quesada, que era de Santander, trabajaba por encargu. La gente llevaba la tela y en la sastrería jacían los trajes, los calzones y lo que i-os pidieran. Allí estuvo Ramón ocho años.
Huérfanu ya de padre, pa entonces vivía con su madre, María Fuente, en un palacete muy guapu (antigua mansión del indianu Manuel Romano Mijares), en la calle Egidio Gavito. Era una casa propiedá d’ unos mejicanos (la familia De la Fuente) y María taba encargada de cuidar d’ ella en ausencia de los dueños.
Ramón marchó luego a Madrí, a perfeccionase. Asístía a un cursu de Corte y, al mismu tiempu, trabajaba en una sastrería en la calle San Bernardo 120, a unos metros de la Glorieta de Quevedo.
Al regresar a Llanes fue cuando ya s' estableció por su cuenta y metió a coser con él a varias mujeres: primeru frente al Paseo, al láu de la confitería Noga, durante tres años; luego juntu al Casino (diez años), y por últimu, desde 1969 hasta que se jubiló, nel cuartu pisu d’ un inmueble de los del “Colón”, en cuyos bajos abre sus puertas la cafetería “Xana”.
Una de las aprendices que tuvo al principiu era María Santamaría García, una guapa moza nacida en Celorio y residente d’ aquélla nel Cuetu. Entre puntadas y jilu s' enamoraron, y se casaron en 1957 (llevan ya sesenta y un años juntos). Tienen tres jiyos: Ramón (que tá en Madrí, casáu con Irene González), Aurora (que vive en Oviedo, casada con Gonzalo Cuervo) y Tino (casáu en Gijón con Ana María Medina). Y cinco nietos: Jorge y Celia, de Ramón; y Pablo, Irene y Ramón, jiyos d’ Aurora.
La etapa de la pareja juntu al Casino é la más vinculada a la nuestra vida. Transcurrió en un universu d’ autenticidá y de minimalismu, dentro d' un ambiente de llanisquismu plenu y ya perdidu. Ramón y María trabajaban y vivían nel segundu pisu. Nel primeru taba la peluquería “Mercedes”, de las Condas, y en la planta baja, el comerciu “El Palacio de Cristal”, d’ Enriqueta Muñiz Cotera; al láu d' ésti, la tiendina de Cucú, onde trabajaba una alemanina llamada Waltraud, que cogía los puntos a las medias; un pocu más allá, en la calle de San Agustín, vivía Isa, la peluquera, que tenía un lorito que insultaba sin piedá a los municipales y al carteru que pasaban por allí; también estaban muy cerca el bar “La Bolera”, Manuela, que jacía las mejores bollas, la joyería de Lola Cuende y la mercería “Empe”, de María Pérez Bernot…
Con noventa abriles cumplidos, Ramón canta nel coru parroquial (la “Schola Cantorum”, fundada por el párroco Marino Soria en los años 20 del siglo XX). La su voz de baju é incombustible. Había empezáu a cantar en 1949, cuando dirigía la formación Fernando Noceda; tras dejalo por un tiempu, Ramón lo volvió a retomar, jaz d’ esto 33 años, cuando el director era Antonio Cea (bajo cuya direción integró también el míticu “Ochote de Llanes”), y ahí sigue, como si nada, aplicándose con esmeru en los ensayos del coru parroquial, dirigidu en l’ actualidá por el párrocu eméritu, don Luis Díaz García.

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