martes, 8 de septiembre de 2015

ESTAMPAS D' UNA MADRE


Pilar Pérez Bernot (la de la tienda de comestibles La Pilarica) llevaba siempre en el bolsu dos o tres estampas en blancu y negru de la Virgen de Guía. Pilar era mi madre y presumía de ser de la Guía, como toda la familia de Pedro el Sordu (el nuestru güelu maternu, que había bailáu el Pericote con las de Cue en el práu de la ermita a finales del siglu XIX). 
El mi hermanu, Juan Pedro, y yo la vimos alguna vez da-i-os esas estampas a forasteros que mostraban cariñu por Llanes y por las cosas de Llanes. Me acuerdo de habela vistu dalas en el Paseu de San Pedro a antiguos clientes de la su tienda; o en Oviedo, cuando nos llevaba a comprar aquellas botas indestructibles de Segarra y nos encontrábamos con algún veraneante de toda la vida; o en Valladolid, onde pudimos estudiar con una beca, cuando s’ encontraba con otras viudas como ella, que tenían también allí jiyos estudiando; o en el andén de la estación de Torrelavega, a onde iba a despedinos; o en Madrid, onde continuamos la beca d’ estudios y luego encontramos trabaju. Yo creo que la soledá de Pilarina, desde que enviudó a los treinta y dos años d' edá, estuvo siempre unida a esas estampas sin color.
Jaz un momentu, después de ver pasar la procesión nocturna cerca del Puente, m’ acordé d’ esas fotos. Al llegar a casa abrí un cajón, saqué una (entovía deben quedame diez, o así), la escaneé y aquí tá puesta pa' l que la quiera ver. Y aquí tamos nosotros conservándola y contemplándola en nuestra orfandá; buscando en ella, un añu más, consuelu y esperanza; jaciendo repasu de la vida que lleva unu vivida; manteniendo la fe y las ilusiones a pesar de las duras realidades del mundu. Acordándonos muchu, con una sonrisa y buenos recuerdos, de los seres queridos que ya se nos fueron.

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