martes, 9 de febrero de 2016

PILAR HUERTAS PUERTAS: LA GUÍA, EL CUETU Y LA DANZA D' ARCOS


Mis personajes favoritos (Nº 152).

Eran cinco hermanos: Angelina, Segundo, Pilar, Charo y Loli. Jiya de Rosario Puertas, de Meré, y de Mariano Huertas, segovianu, Pilar nació en Meré en 1923. Con tres meses la trajeron a La Portilla. Con 9 años empezó a servir en casa de Rita la del Rubiu, la mujer de Paulino Picó, el de la Estación, y desde entonces la su vida fue un no parar. Esti setiembre, el mes de la Virgen de Guía, cumplirá 93 abriles y seguirá, si Dios quier, jaciendo las tareas de casa y el ejerciciu de la vida con el remangu de siempre. Sigue viviendo en el Cuetu.
Puede que no haya símbolu más rotundu de la fiesta de la Guía que esta mujer pequeñuca y esencial. Había sidu’ l gaiteru Candolías, güelu de Cosmín Menéndez, el que la metió en la danza de los arcos, y andando’ l tiempu sería ella la encargada d’ enseñar a bailar la danza.
Agustín Rozas, el históricu miembru de la Comisión de Fiestas, i-ofreció 250 pesetas por llevar el grupu, pero ella nunca quiso cobrar ni un céntimu. La hoja de serviciós de Pilar pa con la Guía no puede ser más digna d’ admiración: tuvo al su cargo a más de 400 danzantes; recogía a brazaos onde Torre las faldas pa repartilas, y luego, también a brazaos, pa devolvelas; forraba cada añu los palos arqueaos que i-daban los marineros; jacía, juntu a la Chanrusca (la que guardó la imagen de la Virgen el fatídicu veranu de 1936) los farolillos de papel que se colocaban en los árboles; adquiría con las sus perras alpargatas pa los danzantes y ponía a las crías un lazu azul, pa todas igual, a modu de distintivu; compraba y cortaba las bandas, y cuando las rapazas, al jacese mayores, dejaban la danza de los arcos, pagaba-i-os l’ alquiler del traje d’ aldeana onde la tienda Iris, y las colocaba el pañuelu repicáu.
Pilar, a puru chalecu, crió a muchos críos. Supo defendese ella sola en la vida y nunca pidió nada pa los suyos, a pesar de la asfixiante necesidá que había, pero sí lo pidió pa los jiyos d’ otros. Cuando alguien necesitaba ayuda, allí taba siempre ella, infatigable, solidaria y generosa a corazón abiertu. É una de las grandes damas del Llanes del siglu XX.
Tien dos buenos jiyos, Agustín, que permanez solteru, y Martín, casáu con la corita Carmen Sobrino Fernández. Los dos fueron también en su momentu los encargaos de dirigir el grupu de la danza de arcos de la fiesta de la Guía.

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