Mis personajes favoritos (nº 227).
Juanito, que murió’ n agosto de 2018 a los 89 años, había nacidu’ n Debodes (parroquia de Caldueñu) en 1929 y vivía’ n Villajormes. Taba casáu con Paquita Vega Gavito, y d’ esti matrimoniu habían nacidu dos jiyos, Juan Francisco y Rosa. Juanito y Paquita tenían ya dos nietas (Montserrat y Natalie) y dos bisnietas (Laura y Olivia).
Fue Juanito unu de los principales colaboradores que tuvi la suerte d' encontrar cuando se m’ ocurrió organizar en la Casa Cultura un cursu municipal de Xíriga (el lenguaje de los tejeros de Llanes), que jici diez años consecutivos, desde 2007 hasta 2016.
Fui también un privilegiáu al poder contar desde’ l primer momentu con Ramón Melijosa Cuevas (el Parráu), autor d’ un dicionariu básicu de xíriga, y con antiguos tejeros del conceju, como Tito Celorio Rodríguez, Evaristo Concha Ojeda, Juan Ríos González, Pedro Gutiérrez Tamés (el Camurriu, qu’ en paz descanse), Pepe Díaz Díaz y Ángel Amieva Rodríguez, entre otros.
Pusi’ l cursu nel mes de febrero, los lunes, y dividí cada clase en una parte teórica, un tiempu pa testimonios de los viejos tamargos y una parte final pa jacer ejercicios y dictados nel enceráu.
Nos empapábamos en la sabiduría popular d’ esos hombres, nel conocimiento de las duras experiencias de la su vida y en una parte esencial de la pequeña historia de Llanes.
I-os preguntábamos por todo lo que habían vividu: que cómo había sidu el primer viaje, que ónde dormían, que qué comían, que cuántas horas trabajaban, que cuántu ganaban, que si tenían tiempu pa echar novia… En fin, queríamos sabelo todo.
Las intervenciones de Juanito eran todas pa enmarcar. Había estáu veintitantas temporadas manchuriando’n la tejera, desde los 10 años, por la parte d’ Avilés, la cuenca minera asturiana y las provincias de León y Palencia. Era un paisanu muy célebre. Siempre de buen humor. Muy queridu por todos.
Una vez, abordamos el vocabulariu de las prendas de vestir: alfaros (calzones), contrumeña (gorra), jilosa (camisa), atrevidas (alpargatas), saldañu (pañuelu), veraniegu (sombreru)… Cuando llegamos a los calzoncillos (grillescos), Juanito tomó en seguida la palabra pa exponer su puntu de vista y aclaranos las cosas: “¡De grillescos, nada, zancañeros! ¡Allí íbamos todos a tejavana!”, dijo.
Tenía yo l’ honor d’ ir a buscalu en coche aquellos lunes a la su casa (a él y a Juan Ríos, que vive’ n Villajormes igualmente), y de llevalos luego al terminar la clase, después de tomar un cascosu de yayu por ahí.
Los dos últimos años del cursu ya no vino. I-daba pereza y andaba ya un pocu delicáu. M’ acuerdo de la que fue, seguramente, su última intervención: tábamos enzarzáos en la gramática; de prontu, Juanito, que taba a la mi derecha, se pon de pie; tou’ l mundu cierra’ l picu nel salón d’ actos; Juanito s’ ajusta’ l calzón, ajenu en principiu a nosotros, pero nota que nos habíamos calláu, alarmaos; visontea que tamos todos pendientes d’ él, un pocu’ n vilu, y é entonces cuando diz: “Llastio a orpinar de maste” (que quier decir: “voy mexar”); quedamos todos tranquilos y reanudamos la clase, mientras él salió un momentu, tan tranquilu.
Fue Juanito unu de los principales colaboradores que tuvi la suerte d' encontrar cuando se m’ ocurrió organizar en la Casa Cultura un cursu municipal de Xíriga (el lenguaje de los tejeros de Llanes), que jici diez años consecutivos, desde 2007 hasta 2016.
Fui también un privilegiáu al poder contar desde’ l primer momentu con Ramón Melijosa Cuevas (el Parráu), autor d’ un dicionariu básicu de xíriga, y con antiguos tejeros del conceju, como Tito Celorio Rodríguez, Evaristo Concha Ojeda, Juan Ríos González, Pedro Gutiérrez Tamés (el Camurriu, qu’ en paz descanse), Pepe Díaz Díaz y Ángel Amieva Rodríguez, entre otros.
Pusi’ l cursu nel mes de febrero, los lunes, y dividí cada clase en una parte teórica, un tiempu pa testimonios de los viejos tamargos y una parte final pa jacer ejercicios y dictados nel enceráu.
Nos empapábamos en la sabiduría popular d’ esos hombres, nel conocimiento de las duras experiencias de la su vida y en una parte esencial de la pequeña historia de Llanes.
I-os preguntábamos por todo lo que habían vividu: que cómo había sidu el primer viaje, que ónde dormían, que qué comían, que cuántas horas trabajaban, que cuántu ganaban, que si tenían tiempu pa echar novia… En fin, queríamos sabelo todo.
Las intervenciones de Juanito eran todas pa enmarcar. Había estáu veintitantas temporadas manchuriando’n la tejera, desde los 10 años, por la parte d’ Avilés, la cuenca minera asturiana y las provincias de León y Palencia. Era un paisanu muy célebre. Siempre de buen humor. Muy queridu por todos.
Una vez, abordamos el vocabulariu de las prendas de vestir: alfaros (calzones), contrumeña (gorra), jilosa (camisa), atrevidas (alpargatas), saldañu (pañuelu), veraniegu (sombreru)… Cuando llegamos a los calzoncillos (grillescos), Juanito tomó en seguida la palabra pa exponer su puntu de vista y aclaranos las cosas: “¡De grillescos, nada, zancañeros! ¡Allí íbamos todos a tejavana!”, dijo.
Tenía yo l’ honor d’ ir a buscalu en coche aquellos lunes a la su casa (a él y a Juan Ríos, que vive’ n Villajormes igualmente), y de llevalos luego al terminar la clase, después de tomar un cascosu de yayu por ahí.
Los dos últimos años del cursu ya no vino. I-daba pereza y andaba ya un pocu delicáu. M’ acuerdo de la que fue, seguramente, su última intervención: tábamos enzarzáos en la gramática; de prontu, Juanito, que taba a la mi derecha, se pon de pie; tou’ l mundu cierra’ l picu nel salón d’ actos; Juanito s’ ajusta’ l calzón, ajenu en principiu a nosotros, pero nota que nos habíamos calláu, alarmaos; visontea que tamos todos pendientes d’ él, un pocu’ n vilu, y é entonces cuando diz: “Llastio a orpinar de maste” (que quier decir: “voy mexar”); quedamos todos tranquilos y reanudamos la clase, mientras él salió un momentu, tan tranquilu.
Al buen Juanito lu recordamos aquí ahora con cariñu, a través d’ estas fotos que i-jizo una vez, en plena clase, José Ramón Rodríguez Trespalacios, el del Siglo.
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