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lunes, 2 de noviembre de 2015

PILAR BATALLA RODRÍGUEZ: LLANISCA Y ROMANA


Mis personajes favoritos (Nº 139).

Pili (Llanes, 1943) é jiya de Martín Batalla Bustillo (Pitito) y de Isabel Rodríguez Pérez, y vien de dos familias llaniscas muy queridas. Por vía paterna, pertenez a la de los Raposos; por la materna, a la de Pedro el Sordu. 
Pitito, era hermanu de Ramón ("Camará"), de Ricardo (“Manzano”, comisariu del ejércitu republicanu en la Guerra), de Florentino, de Nati, de María, de Chaval y de Silvestre, y estuvo enroláu en lanchas de mucha brega en las costeras, como “La Menta” y “La Guapa”. Fue un marineru carismáticu.
Isabel era jiya de Serafina Pérez Villa (la tía Fina, hermana de Pedro el Sordu y residente en Nueva). Cuando había faena, Isabel trabajaba por horas en alguna de las cinco o seis fábricas de conservas de pescáu con que contaba Llanes, pero bastante tenía ella cada día en casa atendiendo a los 8 jiyos que tuvo el matrimoniu (Santiago, Isabel, Pelayo, Samuel, Hilario, Adela, Pili y Manuel).
En 1956, siendo una mozuca, Pili entró a echar una mano en casa de la nuestra madre, Pilar Pérez Bernot (jiya de Pedro el Sordu), que había quedáu viuda a principios de noviembre. A lo largu de dos años, no sólu cuidaba del mi hermanu, Juan Pedro, y de mí, sino que también ayudaba en la tienda de comestibles La Pilarica, que habían abiertu en 1948 los nuestros padres, Pilar e Higinio. Pili llevaba pedidos a domiciliu, despachaba y hasta cortaba jamón.
Después d’ esto, trabajó temporalmente de dependienta en El Siglo y en la mercería Empe, por Navidades.
1962 fue un añu clave en su vida: marchó a Caracas a acompañar a un sobrinu y ver, de pasu, si encontraba allí trabaju, porque aquí no había nada que jacer. Venezuela, en cambiu, era tierra de promisión. A lo primeru, la cogieron en un comerciu de ropa infantil, y luego entró de cajera en un negociu onde taba de gerente un italianu llamáu Romano de Paolis. En menos que canta un gallu, Pili y Romano s’ enamoraron, y al cabu d’ un añu se casaron. En la capital venezolana les nacería su única jiya, Mónica.
La pareja regresó a Europa en 1968 (con Mónica de meses) y s’ estableció en la Roma más castiza, onde había nacidu él.
Hoy, Pili y Romano reparten sus días entre Llanes (onde reside la su jiya, casada con Kiko Valle del Río) y Roma. Siempre juntos en la aventura de la vida, entre la Ciudá Eterna y el Paséu de San Antón (que no é menos eternu), y siempre cerca de las sus nietas, Marta Lucía y Anabel.

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